Es verdad, lo
reconozco, ni si quiera un día he aguantado con ese sombrero de vaquero puesto en
mi cabeza. Qué le vamos a hacer, será mi sino, lo siento mucho, pero prefiero
mi sombrero de toda la vida, es el mejor. Aunque parezca el raro del grupo, eso no
importa, de hecho nos dará verosimilitud, no pienso cambiar de sombrero por
mucho que os empeñéis, amigos. Vosotros no le dais importancia porque nunca
habéis llevado sombrero en vuestra vida, pero yo desde los doce años que lo llevo por ahí, de
todos los que estáis aquí ni uno solo me ha conocido cuando yo iba con la
cabeza al aire, así que no os queráis hacer ahora los fundamentalistas del
sombrero, porque se os ve el plumero. Yo soy el que le da personalidad al
grupo, con mi sombrero extemporáneo se añade complejidad a la historia del
oeste americano, aunque estemos en Almería. Y la historia se lo merece, porque
aunque la historia es simple las cosas que pasaron fueron muy complejas.
Démosle una oportunidad a lo auténtico, dejaros ya de rollos con mi puñetero
sombrero.
Ole
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