En un tiempo
muy lejano en el que nadie aun había nacido, una piedra gigantesca se puso a
hervir y de ella surgieron las chispas que después formarían la vida. Todos
nosotros somos esa piedra hirviente. Sin embargo nos creemos que estamos
fritos.
Una mirada a
la lejanía interior.
Sin embargo
hay un ser que no procede de esa piedra, pues si así no fuera, la propia piedra
sería completa y absolutamente imposible. Ese ser es conocido como Molmes, el
verdugo de los días.
Los que no
tengan facebook no van a ascender a quinta dimensión.
Nunca se
había visto nada parecido en la facultad. Silencio en bruto calló de golpe
sobre la vida de los que estaban allí. Ni una voz, ni una respiración, estaba
en pause la facultad. Una fuerza sobrenatural abrió todas las ventanas y se oyó
una voz jadeante, espantosa por momentos, era la voz de la propia facultad, que
decía, “Vosotros, seres que estáis dentro de mí, ya nunca saldréis de aquí.
Dentro de un segundo os convertiréis en filamentos de mi sistema digestivo, y
me ayudaréis a digerir a cualquiera que entre aquí, ya sea animal, planta o
humano... o mineral”.
En el fondo
de un baúl nacieron mil arañas que se fueron a Estambul a buscar una maraña
donde vivan de su flujo escarvador y convenzan a los locos de su salubridad.
Después de muchos años de tratar de entrar en el mundo del espectáculo, las
arañas se rindieron y volvieron al baúl romántico del que jamás deberían
haberse ido, Astrobilibis, pues ese era su destino de verdad. Y si cada araña
resultaba ser una verdad era porque la cantidad de formas que en el universo
existen hace posible que cualquiera de ellas determine la naturaleza de
cualquiera de las demás simplemente con desplazarse un poco en el sentido de su
significado, ejecutando, por ejemplo, una danza que no le es propia, o actuando
como algo que no es. El cambio de función de cualquier partícula predeterminada
a comportarse de una cierta manera trae como consecuencia una resintonización
de las frecuencias totales del universo, dándose lugar en cada una de estas
ocasiones a operaciones automáticas que acaban redefiniendo la totalidad de lo
que existe, demostrándose de paso y a una velocidad instantánea la absoluta
correlación y correspondencia entre todos los componentes de la realidad que
llamamos universo, incluyendo el universo visible, el invisible, y también
aquellos elucubrables, aquellos imaginables, e incluso aquellos inimaginables e
inelucubrables.
En la capilla
del monte Rosell encontré una humareda de mimbres que ardía. Alguien había
intentado asfixiar al abad pero yo lo rescaté y me gané un enemigo para
siempre, que me persiguió por toda Europa hasta dar con migo en Zurich, y
estuvo a punto de matarme, pero los hombres del abad nos habían seguido a los
dos y consiguieron capturar a mi perseguidor. Se lo llevaron al vaticano y
allí, en dependencias secretas, lo torturaron hasta la muerte y lo crucificaron
al revés. Después no volvimos a la abadía y disfrutamos de los más exquisitos
manjares. ¡Qué cosas más ricas!
Por las horas
que pasaban y que me sobrepujaban entendí que de una u otra forma yo debía
ofrecer una tregua a mis enemigos. Mi extrema fijación con acabar con ellos era
la prueba de que me estaba volviendo loco. Que ya no pensara ni siquiera en
Anastasia, cuyo asesinato era el motivo de mi lucha, me convenció de que me
estaba enloqueciendo y que debía relajarme un poco más, tomar un baño y
alejarme del territorio de la guerra, para regresar a él en buena oportunidad
con las ideas claras y el ánimo rehecho.
A veces lo
que más brilla es el relleno de la empanadilla.
A veces lo
que más brilla está por dentro de la tortilla.
Nada más
despertar vi asaltada mi conciencia con recuerdos de un viaje antiguo. Un viaje
de juventud en el que no pensaba desde hacía mucho. Me quedé extrañado ante la
forma en que esos recuerdos se habían apoderado de mí. La verdad es que traté
de rechazarlos con fuerza, pero insistían, eran pesados, muy pesados. No
me encontraba bien y pensaba que algo
iba mal, pero seguía intentando acallar la verdad y esa era que no podía dejar
de pensar en aquel viaje en el que morí y resucité. Aunque sé que muchos creen
que soy un falso la verdad es que tuve una experiencia extraña. Fue en un
hotel, en el norte de Berlín. Me había fumado demasiados porros. Cada vez que
cerraba los ojos me venía en oleadas algo que no conocía, algo nuevo, algo que
me convertía en una masa no humana, que me desgajaba. Era como si me fuese a
transferir no sé a dónde fuera de esta realidad.
La realidad
estaba alineada de tal forma que la limusina era solo una idea que se doblaba a
sí misma en una y otra dimensión. El diámetro interior de las manecillas era un
nervio de silicona cuyo instinto ordenaba los neones. Por lo tanto, yo no era
capaz de neutralizar los ejes, y el ordenador necesitaba ejes sueltos y
neutralizados. Quienes nos damos cuenta somos magos. Kilos de humo en el
ínterin, encontramos nuestros estados sensoriales naturales oscurecidos por el
sedante, damnificados por el ardor monstruoso de oscuro silencio que cae sobre
nuestro vuelo de urraca extendiendo sus nitratos por toda la atmosfera de
nuestro soma. Nuestros órganos se modifican y reordenan, se asimian en un mayor
amor, se agalgan con oído sosegado, ya somos magos. Un lugar nuestro. Nunca lo
supe, pero esperé a las sombras hasta que trajeron la ropa del olvido. El
olvido se viste de lugares vistos en la ida hacia la divina oscuridad. Sombra
de un surco que no contiene su curva y la dibuja realmente. Iridio que al
desmoldarlo fue un dragón. Un duende ruin de algodonosa grupa con ojos de neón.
Nunca encontraron al orfebre. La loca de atar lo vio y cayó en el acto, antes
de tratar de andar resbaló, por suerte una vena le hizo de olivo. El camino por
el que antes zumbaban las almas de las avispas .Lugar donde ocurren comúnmente
ondas sinusoidales.
Me estás
sacando tanto de quicio últimamente que voy a acabar por aporrearte el cuerpo
para que sufras.
Mayólica
Rayón
Rayo Solar
Rayo César
Pepito salió
corriendo al ver que su casa ardía y gritó por las callejas, socorro, mi casa
es pira, mi casa se está acabando a humo y calor cobrando, ahora, por dios, qué
hago, que alguien me ayude, ah.
Especialmente
se sentía.
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